Hamburgo, historia de día, lujuria de noche


Panorámica de Hamburgo en Alemania

La puerta al mundo, el clásico lema de Hamburgo, todavía resuena, aunque haya perdido ya cierta importancia. Los aires del océano, sin embargo, no han desaparecido y siguen aportando un toque extra a esta ciudad que sabe combinar la tradición con la modernidad y la radicalidad, y que no necesita presumir ni alardear de su belleza.

Hamburgo es para muchos la ciudad del sexo. Lucecitas rojas iluminan pechos postizos y otros anzuelos para pescar clientes. El espectáculo está concentrado en los 600 metros de la calle Reeperbahn, situada en el barrio de St. Pauli. Unos treinta millones de personas vienen cada año para oler un ambiente de sangrientos ajustes de cuentas entre chulos y de redadas policiales. Sin embargo, el Kiez, como se llama toda la zona, ofrece mucho más que actuaciones porno o sexo comercial. Es toda una industria del ocio nocturno la que ha establecido teatros, tiendas de moda, pequeños y grandes clubes musicales o salas de conciertos: los mismísimos Beatles empezaron su conquista del mundo hace 36 años en el mítico Starclub.

El ocio nocturno en Hamburgo

Son muchos los corazones divergentes que laten en Hamburgo. El centro, rico y sofisticado, con su estación de trenes, sus lujosos hoteles, sus museos, sus ricas calles repletas de moda y grandes almacenes intenta satisfacer todas las necesidades humanas. Otros barrios, con Eimsbüttel a la cabeza, son habitados por gente contestataria, con profundo espíritu joven, radical y alternativo. En Altona y Ottensen los innumerables chiringuitos de fruta y verdura delatan que la mayoría de los turcos vive allí. Sus barrios son pequeños mundos: cada uno con su ambiente, su ideología política, sus peculiaridades. Ciudadelas distintas,sólo unidas por la singular pachorra de su más de millón y medio de habitantes que compite y se combina con una incansable energía cultural, artística y social. Y eso que Hamburgo, la segunda metrópoli alemana, no cuenta con la enorme fuerza del caos creativo que hoy transforma a la primera (Berlín).

Hamburgo, gracias a su enorme puerto internacional, experimenta un intenso trajín desde hace siglos, con la constante entrada y salida de gentes e influencias. Pero una sólida base económica, sembrada por un círculo de comerciantes medievales (La Hansa), se encargó siempre de evitar los cambios demasiado radicales. Urbe acuática, por el puerto y sus innumerables canales: Binnen y Aussenalster son como pequeños mares internos. Y el agua reduce las diferencias sociales, tiene un claro efecto relajante. La calma de los hamburgueses daría envidia al más consumado rastafari. Porque en este cálido norte, todo fluye y fluye. Y si no, tampoco pasa nada.

Turismo en Hamburgo, Alemania

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