Estella se organiza a lo largo del camino de Santiago, al
que debe históricamente su prosperidad. La ciudad tiene un conjunto urbano
románico sin parangón en la península: Iglesias
como la de San Pedro De la Rúa (siglo XIII), la de San Miguel (siglo XII)
isla del Santo Sepulcro (siglos XII - XVI), fue palacio de los reyes de Navarra
(siglo XII), llamado también de los Duques
de Granada de Ega, uno de los escasos monumentos románicos civiles
españoles.
Estella se trataba de una población con un recinto
amurallado y defendido por una fortaleza, el castillo de Zalatambor.
Para garantizar los servicios que precisaban los peregrinos,
el monarca atrajo a Estella a colonizadores francos, de las regiones de
Auvernia y Lemosín, que crearon un núcleo de activos comerciantes y
agricultores. Pronto se les unió una comunidad
judía, que llego a ser casi tan importante como las de Pamplona y Tudela.
El 1187, el rey Sancho el Sabio decidió autorizar el
asentamiento de pobladores navarros en un burgo próximo, llamado de San Juan,
con un fuero semejante al de la Estella franca. Al cabo de unas décadas, en
1226, se fundieron ambos burgos con el del Arenal para formar un solo
municipio.
Pronto el flujo de peregrinos y las posibilidades
comerciales que suponía atrajeron a más mercaderes francos y judíos, que
convirtieron Estella en una isla urbana dentro de la ruralizada Navarra.
Durante el siglo XII la ciudad conoció un notable desarrollo económico que se
reflejó en una gran expansión urbana. De aquel siglo datan la mayoría de los
monumentos que convierten a Estella en la capital del románico Navarro.
La iglesia románica
de San Pedro de la Rúa domina la ciudad con su maciza silueta que evoca más
una fortaleza que un templo.
La orografía del terreno en que se asienta determino el
perfil de su planta, una de cuyas naves laterales es más estrecha que la otra.
En su interior se conserva una reliquia de San Andrés, el patrón de la ciudad,
hallada en el siglo XII en la tumba de un peregrino enterrado en la iglesia. Es
notable su claustro, del que solo quedan dos alas, pues las otras dos fueron
destruidas por los materiales que le cayeron encima en el siglo XVI cuando
Fernando el Católico mando volar el castillo de Zalatambor.
La construcción de la iglesia
de San Miguel, comenzada también en el siglo XII, se prolongó durante
bastantes décadas, lo que se tradujo en una mayor diversificación de estilos.
El conjunto presenta exteriormente un aspecto tardorromanico, aunque en la
parte alta de sus tres naves apunta ya el gótico: arcos ojivales simples en las
naves laterales y los brazos del transepto, y de crucería en la nave central.
Su portada meridional, del siglo XIII, es de una riqueza iconográfica
incalculable: la adornan más de 100 figuras rodeando el Cristo en Majestad del tímpano semicircular.
El palacio de los
Reyes de Navarra o palacio de los Duques de Granada de Ega, también del
siglo XII, es el único edificio civil de estilo románico de Navarra. Se
conserva de él la estructura exterior, con magnifica fachada de dos pisos, con
cuatro arcos de medio punto en el interior y cuatro grandes ventanales
compuestos a su vez con cuatro arquillos apuntados.
Otros edificios destacados del siglo XII son las iglesias de
San Pedro de Lizarra, la del Santo Sepulcro (aunque acabada en el
siglo XVI) y la de Santa María Jus del
Castillo. Completan el rico patrimonio medieval de la localidad el convento de Santa Clara (siglos
XIII-XVI) y la iglesia de San Juan
bautista (siglo XIV).
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