Una escapada romántica a las distintas formas de visitar París


París y su Torre Eiffel

Al contrario que otras ciudades que viven del pasado, París está vivo, y fascina porque es inagotable. Cuando uno conoce el París elemental (la Torre Eiffel, el Louvre, Notre Dame, la isla Saint-Louis…), siempre le quedan otros, Parises del pasado:

el del siglo XVII (los magníficos hotels particuliers del Marais, algunos convertidos en museos, como
el Carnavalet, museo de la historia de París, o el Soubise, museo de la historia de Francia),

el de los siglos XVIII-XIX, cuando la nobleza emigró al Faubourg Saint-Germain, es decir, el París proustiano (en torno a las calles Varenne, Grenelle, Vancau…, metro Rue du Bac), el de los enciclopedistas y revolucionarios (Palais Royal, café Procope…),


el de los pintores y la mala vida de principios de siglo (el Bateau-Lavoir, el cabaré Lapin Agile, en Montmartre),

el de los surrealistas (el parque Buttes-Chaumont, con sus falsos troncos de cemento; los pasajes cubiertos, tan mágicos),

el de los existencialistas (los cafés de Saint Germain: Flore, Deux Magots, y los de Montparnasse: Rotonde, Coupole),

el de Cortázar (véase el espléndido El París de Rayuela, del fotógrafo Héctor Zampaglione,

 o el del fallecido presidente François Mitterrand, impulsor de obras grandiosas y polémicas: el Arco de la Défense, la pirámide del Louvre, la Très Grand Bibliothèque…

El museo del Louvre en París

Todos son ideales para incluirlos en las escapadas romanticas a París.

No menos infinitos son los Parises del presente. Su cartelera es la mejor de Europa, con más de 300 películas y unas 150 obras de teatro, amén de óperas, ballets, conciertos, con la particularidad de acoger a los grandes profesionales extranjeros, de Bob Wilson a Peter Brooks o Lluís Pasqual —ya se sabe: "la France, terre d’accueil"—.

La videoteca, consagrada a filmes y documentales con París como tema o como marco (Vidèothèque de París, en el Forum des Halles; entrada, 30 francos), reúne nada menos que 5.000.

La juventud y con ella la moda se desplazan sin cesar, conquistando nuevos barrios, que de populares o inmigrantes pasan a ser branchés: Bastille, Butte-aux-Cailles, Ménilmontant…

Quizá porque es también una ciudad carísima y superpoblada, donde es normal vivir en 30 metros cuadrados y sin ascensor, donde el 40% de las viviendas están ocupadas por personas solas, salir es para muchos el único escape de la estrechez y de la soledad.

Con todo lo expuesto vemos que se trata de un destino ideal para encontrar unas escapadas romanticas baratas.

La Catedral de Notre Dame en París

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