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"Si estás cansado de Londres, estás cansado de la vida"
Aunque Londres ha heredado monumentos que impresionan cuando se visita la ciudad —grandes puentes victorianos, el edificio del Parlamento, un toque de arquitectura moderna (La Cúpula del Milenio), e incluso el metro más grande del mundo…— , lo que hace del Londres contemporáneo un lugar tan intrigante es su increíble mezcla de gente, su peculiar diversidad de culturas.
La polinización de ideologías, razas y religiones que ha tenido lugar en Londres a lo largo de la última mitad del siglo constituye el alma de la metrópoli. Al contrario que en otras ciudades conocidas como "cosmopolitas", en Londres, jóvenes asiáticos comparten la cultura de los pubs con afrocaribeños que viven puerta con puerta con familias judías que, además, comen con frecuencia en restaurantes españoles. Esta especie de fusión (y a veces fisión) a lo largo de los años es la que ha potenciado tanto arte urbano, tanta música y cine (piensen en modernos y rockeros, bandas de violentos y cabezas rapadas, salvajes y brit-poperos). A las puertas ya del nuevo milenio, la ciudad de Londres, es el lugar urbano posmoderno por excelencia.
Geográficamente, casi reflejando su cultura, la ciudad tiene también una diversidad un tanto confusa. Sin haber sido víctima del tipo de urbanismo napoleónico (como París o Barcelona), Londres ha ido creciendo con el paso de los siglos absorbiendo pequeños pueblos y ciudades; por eso carece de epicentro. El centro de Londres (las zonas 1 y 2 en el sistema de transporte, aproximadamente siete millones de habitantes) incluye lugares como el West End, Covent Garden y The City, el barrio financiero y de negocios de la ciudad (rodeado por una muralla romana, de la que aún quedan algunos vestigios), mientras el resto del "Gran Londres" (zonas 3-6) se extiende en forma de barrios acomodados a los que no les faltan los intimistas pubs locales, praderas de iglesias y brezales.
Desde la bohemia vanguardista de Shoreditch y Hoxton —con pubs en los que sirven comida tailandesa, estudios de artistas en almacenes y cafés con Internet—, a Notting Hill —donde Jamaica y Oporto se entremezclan–, pasando por el sabor del Soho galo, (en sus orígenes un asentamiento hugonote francés) con teatros al estilo vodevil, y la zona de Islington con eclécticos restaurantes "británicos modernos",
Londres sigue siendo en gran medida una amalgama de mundos individuales.
Si Nueva York es la gran manzana, la metáfora más apropiada para Londres sería probablemente la de la cebolla: al pelar una capa de cultura, estilo o comunidad, surge otra jamás vista. Es una ciudad de contradicciones y sorpresas (barata pero cara, histórica pero ultrapopulista, civilizada aunque llena de hooligans o gamberros) y una vez exploradas todas sus calles, esquinas, rincones, seguro que coincidirá con el dicho popular: "Si estás cansado de Londres, estás cansado de la vida".
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