Seattle, una ciudad diferente de Estados Unidos

Seattle - vista panorámica


Salpicada por el océano Pacífico y encajada entre tres parques nacionales, Seattle es un oasis dentro de la cada vez más desnaturalizada sociedad norteamericana. Allí se vive todavía en la calle, lejos de los confortables salones y de los televisores, lejos de las grandes superficies comerciales, de todo tipo, que capitalizan ahora el tiempo y el ocio de millones de estadounidenses. La esencia de la mayoría de las ciudades norteamericanas se encuentra más que en lo estático (su arquitectura nada tiene que ver con la nuestra), en lo dinámico, en sus habitantes. Ahí es donde siempre ha merecido la pena escarbar.

Seattle


Todavía ajena a la vorágine californiana, no extraña que en la capital del estado de Washington exista una asociación de vecinos dedicados a difundir mensajes contra propagandísticos: que si llueve mucho, que si no hay ambiente, que si no hay sitios que visitar… Todo para frenar la llegada de inmigrantes ilegales (hispanos, sobre todo) o de ciudadanos de otros estados. Estos vecinos temen que el tarro de las esencias se seque con los hedores del crecimiento. En 1980, Seattle contaba con una población de 30.000 habitantes que hoy alcanza ya el millón y medio, con una asombrosa media de edad de 36,5 años atraída por su universidad (la más prestigiosa del noroeste), su calidad de vida y el despegue de empresas como Microsoft, bajo la batuta del padre de la nueva era informática, Bill Gates, implantada en los arrabales de la ciudad.

Parques de Seattle


De la tercera edad, ni rastro: ni pasea por las calles, ni ocupa los numerosos parques públicos. Momentáneamente capital del rock, cuna del grunge (sobreviven los locales donde se iniciaron bandas como Nirvana, Pearl Jam o The Presidents of the USA), la música forma parte del ambiente de la ciudad tanto como el culto al café o a las flores: aquí nació Starbucks, el MacDonald’s del café, prescindible porque no hay rincón en esta ciudad que no esconda una cafetería rápidamente reconvertible en sala de rock, librería, foro de debate o refugio de solitarios.

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