Varsovia, una ciudad en busca de su identidad

Llena de vida, situada en una encrucijada de vías comerciales y de tendencias culturales, o aburrida, plagada de deprimentes bloques de viviendas de los tiempos del comunismo. Una ciudad de espléndidos parques, o gris, monótona y sucia. ¿Cómo es Varsovia? 
No hay una sola. Ambas descripciones son auténticas. Ambas corresponden a una misma ciudad que es capital de Polonia desde hace ya 400 años, una urbe situada a orillas del río Vístula, en la gran llanura centroeuropea, un corredor para el flujo de culturas y también, como no, para los ejércitos invasores que durante la última guerra mundial destruyeron Varsovia en un 80%. "Gracias a los nazis tenemos ahora las avenidas tan anchas" suelen bromear los varsovianos (un millón y medio).
Y también es cierto, porque de hecho sus avenidas son anchas y abren la ciudad no sólo a los turistas, sino a todos los vientos imaginables.

Varsovia en Polonia


La llanura hace que Varsovia se vea de lejos según uno va llegando hasta ella por carretera. Lo primero y lo que mejor se nota, para el horror de unos, y orgullo de muchos otros es el Palacio de la Ciencia y la Cultura, una huella inolvidable del comunismo, un regalo de la "hermana" Unión Soviética para el pueblo polaco. Las malas lenguas dicen que en vez de obtener de regalo este edificio, de 230 metros (uno de los más altos de Europa) y de dudoso encanto arquitectónico, los polacos podrían haber escogido otro obsequio —un barrio de viviendas—. No obstante optaron por un símbolo y así continúa, de símbolo.

Independientemente de que guste o no, el Palacio puede llegar a ser útil. Desde su piso 30º, se puede contemplar toda la ciudad y, si hace buen tiempo, también gran parte de las afueras. Y desde su altura, se vislumbra también el casco viejo, ese espacio más que recomendable, donde se aprecia lo que Varsovia era y lo que trata de volver a ser, a pesar del lastre de los muchos años en los que ha permanecido sumida en el marasmo.

Imagen de Varsovia en Polonia


La plaza del Mercado de la Ciudad Vieja no sólo es el centro turístico de Varsovia. Es también el lugar favorito de los varsovianos para quedar, para citarse.
En primavera, verano y otoño, se puede tomar temprano café o cerveza en las terracitas de los innumerables bares, y en invierno subir a uno de los cafés para recuperar el calor.
El casco viejo es también el mejor punto de partida de un recorrido de la ciudad por el llamado Camino Real: comienza en la Columna del rey Segismundo III, sigue al lado de la universidad y conduce hasta el antiguo Comité Central del Partido Obrero Unificado Polaco, ahora, para mayor ironía, convertido en la sede de la Bolsa.

Pero así es esta Varsovia de ahora: un lugar siempre en busca de una nueva identidad.

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