Encanto y embrujo son dos de los adjetivos más usados cuando
se habla de alguna ciudad andaluza. En el caso de Ronda y su Tajo estos calificativos son mucho
más que un estereotipo, son toda una realidad.
La ciudad está enclavada en mitad de una abrupta sierra con
su mismo nombre en la provincia de Málaga. De casas blancas es conocida sobre
todo por el Tajo de Ronda y por las corridas
de toros goyescas, llamadas así por las indumentarias que lucen los matadores
y ayudantes, que se celebran cada año en la coqueta plaza de toros del
municipio.
El principal tajo o desfiladero parte el centro de la ciudad
en dos. Está formado debido al discurrir durante años del río Guadalevín y su profundidad sobrepasa en algunos lugares los
100 metros. El mismo es atravesado por el puente
nuevo.
A ambos lados de la garganta podremos disfrutar de paseos
por enclaves únicos con unas vistas privilegiadas. Casas señoriales, palacios,
vestigios árabes y callejuelas empedradas hacen de Ronda un lugar al que los
calificativos bello o romántico se
le quedan cortos.
Existen escalinatas, algunas de ellas excavadas directamente
en la roca con las que se puede acceder al fondo del Tajo de Ronda. Una vez allí explorar la naturaleza de primera mano
es decisión nuestra. Además es más fácil seguir el curso del río hasta una zona
en la que sea más fácil volver a la ciudad, que desandar el recorrido previo
por esas escaleras.
Recuerda que aunque de gran belleza te encuentras en un
lugar que puede ser peligroso. Mucha gente juega en el borde de los acantilados
mientras intenta tomar fotografías y, aunque pocos, se ha tenido que lamentar
algún accidente en más de una ocasión.
Sé precavido, paciente y disfruta de forma tranquila de este
lugar único en el mundo, una ciudad de belleza sinigual partida en dos por un
gran desfiladero. Además sus noches son
especiales, déjate envolver por el ambiente de los bares de la ciudad. No
podemos irnos de Ronda sin disfrutar de uno de sus mágicos atardeceres.
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