Normalmente los viajeros no suelen repetir destino, ya que hay tantos lugares
nuevos por visitar en el mundo que no suelen perder una oportunidad así para
volver al mismo sitio. Sin embargo, existen una serie de lugares tan impactantes que una vez que nos marchamos nos marcamos
en nuestra mente un objetivo claro: volver
cuanto antes. Una de estos lugares sin duda alguna es París.
París es la ciudad del amor, llena de luces y belleza, grandiosos monumentos
y un encanto que es vivible a plena vista. La primera vez que la visitas te
quedas alucinado con toda la historia
que emanan las calles y es que París ha sido el epicentro de nuestra
historia moderna y reciente, desde la Revolución
Francesa a la Segunda Guerra Mundial.
Lo mejor, como siempre, es
visitar todos esos rincones fascinantes
que no aparecen en las guías y que solo las personas que viven en la ciudad
te pueden recomendar. Placeres como por ejemplo pasear por Saint Michele con el único abrigo que da la calidez de
sus luces. Pero tampoco es buena idea
pasar por alto todos esos enclaves ineludibles como por ejemplo el Arco del Triunfo, la torre Eiffel, los
enormes Campos Elíseos o el Palacio de Versalles.
Hay tantas cosas que ver que con solo un viaje no tendríamos suficiente,
no importa si estás planteándolo como un turista convencional o alternativo. Y
es por ello que París es una de esas ciudades que hay que visitar una segunda vez, lo que te permite recorrer sus calles sin prisas y sin temor
a perderse nada. Quizás esa segunda vez no te preocupes en entrar en cada
museo que encuentres y simplemente te lo tomes con calma, moviéndote a tu ritmo y fiándote en toda la belleza que
posiblemente te perdiste antes.
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