El Nobel de la paz, el museo vikingo, los fiordos o la obra de Munch son
las principales razones por las que miles de turistas visitan Oslo
cada año, pero no todo es historia antigua y naturaleza en la capital
noruega. En los últimos años la ciudad se ha consolidado en el área de la arquitectura
de vanguardia. Nuevos y modernos edificios aparecen a un ritmo vertiginoso
en las áreas industriales en reconversión. El mejor de los ejemplos es sin duda
alguna la Ópera de Oslo.
La construcción de la Ópera
de Oslo llevaba en espera desde finales del siglo XIX hasta que finalmente
en 1.999 se aprobó el comienzo de las obras que levantarían uno de los más
grandes edificios públicos construidos en la historia de Noruega.
El edificio se sitúa
cerca de la estación central de tren, en la misma orilla del fiordo de Oslo.
Y ayudado por su recubrimiento de cristal y mármol de Carrara
trata de asemejarse a un tempano de hielo que emerge del mar. En el
interior del complejo, además de las distintas salas de exhibición se pueden
encontrar bares, restaurantes e incluso algunas tiendas.
Se trata de un lugar de
obligada visita aunque solamente sea para apreciar su arquitectura, durante el
día gracias a el efecto que se produce al conjuntarse con el mar y por la noche
debido a una gran iluminación exterior.
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