Ese inquietante desconcierto entre modernidad y antigüedad: TUNEZ



Vacaciones en Tunez

El viajero que llegue a Túnez por avión puede verse sorprendido al no encontrar a primera vista el exotismo prometido. Apenas algunas pinceladas de fuerte sabor local en la decoración del aeropuerto y los frecuentes gatos (animal predilecto del Profeta) que saltan alegremente entre las cintas transportadoras de maletas; casi nada junto a un paisaje humano que en actitud y aspecto externo no difiere gran cosa del europeo. La sensación no cambia cuando se recorre el centro de la ciudad moderna. Pueden verse quizá más chilabas en las calles céntricas de Madrid, Barcelona o de París que en las de Túnez, por cuyas aceras y avenidas bulle una animada juventud que puebla las terrazas de los cafés, las entradas de los cines y las aulas de la universidad; el aspecto y el estilo de esta juventud evidencia que, en Túnez, los derechos de la mujer han alcanzado un importante reconocimiento legal.

El descubrimiento de lo diferente comienza más tarde, cuando se sobrepasa la epidermis urbana y se penetra la intimidad tortuosa de las callejas de la Medina, la efusión abigarrada del mercado Halfauin, la estampa medieval de la Mezquita Zituna, las tiendecitas de artesanos andaluces, los azules eléctricos de Sidi Bou Said, el pintoresquismo popular de La Goulette y, sobre todo, cuando se parte hacia el cercano desierto, el Gran Erg, con sus fascinantes oasis de montaña, sus ksur milenarios y sus horizontes de dunas infinitas.

De turismo en Tunez

Tiene Túnez su origen legendario en la fundación de Cartago por la reina fenicia Dido (o Elisa), de final tan teatral como trágico. Perdidamente enamorada del navegante Eneas, cuando hizo escala en estas costas Dido no pudo soportar su partida y, fingiendo un sacrificio, se incineró ella misma ante su pueblo arrojándose a la pira. Aquel Cartago que más tarde aterró a Roma es hoy un barrio residencial de Túnez lleno de vestigios grandiosos junto al mar. Las termas de Antonino fueron un lugar de reposo predilecto de los emperadores. Su monumental Teatro Romano es el marco perfecto para los magníficos festivales internacionales que se realizan todos los veranos.
En otro arrabal de la ciudad, el Museo del Bardo alberga la mejor colección de mosaicos romanos que existe.

Teatro Romano en Tunez

Ciudad de confluencias y de contrastes el Túnez actual, con su millón y medio de habitantes, conjuga tradición y modernidad en una tensión estable que desconcierta, pero que también facilita el acercamiento.

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