En la entrada de hoy vamos a
hablar sobre uno de los rincones más increíbles de la ciudad condal y también
de todo el mundo. Nos estamos refiriendo al Parque Güell, obra del genial arquitecto Gaudí y que no debes perderte si alguna vez tienes la oportunidad
de visitar Barcelona.
Antoni Gaudí se encargó de dirigir personalmente el proyecto entre
1900 y 1914 por encargo de Eusebi Güell,
quien le pidió que creara una ciudad
jardín, que es una residencia de
estilo inglés, para 60 familias. Pero cosas del destino, las viviendas nunca llegaron a construirse excepto
dos de ellas, lo que permitió al ayuntamiento de Barcelona hacerse con la
propiedad del terreno y comenzar las
obras del Parque Güell.
El dragón del Parque Güell
En este parque se puede observar
de primera mano el ingenio y
singularidad de este arquitecto, que transformó
el paisaje respetando tanto la vegetación existente como los accidentes del
terreno.
La entrada principal se encuentra en la calle Olot, que alberga la conserjería
y es de planta ovalada con tejados
complejos cubiertos de pequeñas piezas
cerámicas y rematados en cúpulas.
Tras este pabellón encontramos un tramo de escaleras con formas zoomórficas
donde destaca la presencia de un dragón,
realizado con la técnica trencadís
inconfundible del artista (que consiste en componer los temas con cerámica rota)
y que se ha convertido en uno de los reclamos más importantes.
Sala de las Cien Columnas
Si seguimos la escalinata
podremos visitar el resto del parque y disfrutar de otras maravillas como la Sala de las Cien Columnas, que en el
proyecto inicial sería el mercado de
las viviendas. Tiene un total de 84
columnas en realidad de estilo dórico,
que sostienen las cúpulas del techo con la peculiaridad de que no hay ninguna recta.
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