Napoles, belleza a la sombra del Vesubio



Panorámica de Nápoles

Nápoles es la ciudad de los contrastes: provocativa, generosa, traicionera y, sobre todo, hermosa.
Por un lado, están sus calles panorámicas en Posillipo, los edificios aristocráticos con sus lujosas terrazas, los yates en el puerto de Mergellina, la galería Umberto I, de hierro y cristal, el teatro San Carlo, uno de los más grandes y elegantes de Europa.
Por el otro, están los bajos de los Quartieri Spagnoli, la degradación del barrio de la Sanità y el tráfico… anárquico, caótico, estresante y pintoresco. A muchos extranjeros les encanta conducir en Nápoles: aseguran que es como rodar por un parque de atracciones.


Nápoles rebosa historia. La ciudad (hoy de un millón de habitantes) fue fundada hace 2.500 años por los griegos. Dominada por los normandos, los Anjou y los Aragón, fue gobernada por virreyes españoles durante dos siglos, hasta principios de 1700. Tras la II Guerra Mundial experimentó una fase de decadencia de la que poco a poco se ha ido recuperando.

Hoy Nápoles experimenta un renacimiento cultural: su música tradicional, su rap en dialecto, llamado posse, su cine de autor y su cocina han salido de los confines del Sur para invadir toda Italia.
Los napolitanos, conocidos por su simpatía y sentido del humor, han vuelto a recuperar su orgullo, a descubrir su ciudad y a ocupar los espacios urbanos.

Es el caso de la monumental plaza del Plebiscito. Antes era un enorme aparcamiento, ahora miles de personas (100.000 el año pasado) acuden a la fiesta que el Ayuntamiento organiza en Nochevieja.

Los restos arqueológicos de la ciudad de Pompeya

Alderedor de un millón y medio de turistas visitaron Nápoles el año pasado para apreciar su renovado esplendor: los castillos, sus 157 iglesias, sus 246 pizzerias, las calles estrechas con la ropa tendida, las monumentales excavaciones arqueológicas de Pompeya y Ercolano, la costa amalfitana, las islas de Capri, Ischia y Procida —donde el cómico napolitano Massimo Troisi rodó El cartero (y Pablo Neruda) antes de morir—. Sin olvidarse del Vesuvio, por supuesto. Su figura acompaña amenazante la ciudad desde hace milenios: se estima que echará lava dentro de 30 años. Pero nadie parece preocuparse.

Consciente de su pasado fastuoso y de su presente contradictorio, Nápoles sigue siendo un teatro al aire libre, una kasbah de mil colores y sabores, una mezcla entre modernidad y superstición, espontaneidad y folclor.

Posillipo en Napoles, Italia

3 comentarios:

  1. Será a la sombra del Vesubio...

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  2. Ups, vaya fallo más tonto, gracias por comentarlo.

    Ahora mismo hago la corrección.

    Un saludo.

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  3. Genial bonitos los articulos de http://www.viajero-turismo.com/2013/10/napoles-belleza-la-sombra-del-vesubio.html

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