Unas vacaciones en Reikiavik - Islandia


Desde un museo de penes hasta Björk, pasando por los vikingos y el descubrimiento de América. Reikiavik esconde una historia interesante.
En Islandia viven unas 270.000 personas y, de ellas, la tercera parte en Reikiavik. No obstante, esta septentrional y joven isla volcánica de paisaje lunar que tanto atrae al turismo ávido de otear ballenas y remontar glaciares, posee una extensión superior a la de Portugal y la menor densidad humana —tres habitantes por kilómetro cuadrado— de Occidente. Hay algunos núcleos urbanos fuera de la capital, pero la movida tiene por escenario Reikiavik, con la puerta siempre abierta a la naturaleza, que queda ahí al lado. Wiseguys, Les Rythmes Digitales o Goldie y otros se mueren por tocar en clubes como Kaffi Thomsen. La razón es simple: a raíz del éxito de Björk y de GusGus, Islandia se ha vuelto internacional, y Reikiavik, en el spútnik del viejo continente. El año que viene será una de las capitales culturales de Europa.

Reikiavik es una ciudad pequeña, y no es raro encontrarse con que el taxista que llevó a un turista desde el aeropuerto tal vez sea un conocido músico o punki que haya salido de telonero en conciertos de grupos como Rage Against the Machine o Ash. En Islandia todo es posible: el pluriempleo es moneda común (poseen la jornada laboral más larga de Europa: 48,5 horas de media), y están empeñados en conquistar el mundo: están locos por los móviles, los ordenadores —cuatro de cada cinco casas posee un PC— e Internet, leen como fieras y viven con una tasa de desempleo mínima.

La laguna Blu en Reikiavik

Por otro lado, no se cortan para tener descendencia: lideran Europa en cuanto a número de hijos por mujer (2,1), fuman como carreteros y tienen fama de ser increíblemente promiscuos aunque, eso sí, posean la menor tasa de casos de sida de Europa: Superan a todo el mundo en cuanto a la juerga. Son los que más gastan de todo el continente en entretenimiento y cultura. Sólo son aventajados por Irlanda.
En verano, de madrugada, cuando todavía es de día y el sol de medianoche brilla, miles de personas inundan el centro de Reikiavik en busca de la movida. Las botellas de licor van de mano en mano, y la zona céntrica se convierte en una gigantesca fiesta.

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