La Medina, su corazón,
se divide en dos: Fez Jdid (nueva) y Fez Al-Bali (vieja). La primera creció a
partir del año 818 gracias a centenares de familias venidas de Al-Andalus que
se instalaron en la orilla derecha del río Fez. Años después los keruaneses se
asentaron en la orilla norte, familias cultas, promotoras de grandes
monumentos, de la Karawiyín, espléndida mezquita con su brillante tejado color
esmeralda, de oficios bien organizados: curtidores, tintoreros…
Luego, los almorávides y los almohades prescindieron de Fez, pero los merínides (siglo XIII) le devolvieron su esplendor: mezquitas, Medersas y zocos extramuros. Así nació Fez Jdid.
Luego, los almorávides y los almohades prescindieron de Fez, pero los merínides (siglo XIII) le devolvieron su esplendor: mezquitas, Medersas y zocos extramuros. Así nació Fez Jdid.
Y Fez se convirtió en la ciudad-Meca de
los intelectuales musulmanes.
La calle mayor de los merínides es lugar de continuo trajín de musulmanes y judíos, de ricos y pobres. Andarla es regresar al pasado. Hay que caminar sin rumbo por la Medina, perderse en sus callejuelas, dejarse guiar por los sentidos: la lana mullida en colores fuertes, los vasos de té con hierbabuena, el olor de aromas y especias, el estallido de color de los tintoreros y curtidores, el soniquete de los forjadores, el "balak, balak" ("apártate, apártate") de los muleros, etcétera.
La fascinante autenticidad de una ciudad celosamente conservada y declarada, por mérito propio, Patrimonio de la Humanidad.
En la parte moderna, que creció tras la implantación del Protectorado en Marruecos en 1912, predomina la atmósfera occidental: zonas verdes, avenidas anchas, suburbios en expansión, arquitectura nueva y campus universitarios.
Fez es un contraste de estilos: minifaldas, chilabas, vaqueros, babuchas… Un espacio de mestizaje donde más de un millón de árabes, bereberes, judíos y negros conviven sin estorbarse.
![Medina de Fez en Marruecos Medina de Fez en Marruecos](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgOrmw5l3lLavAbzkMepL7A6l9iwvPiFpv1QoSVGnNoO_lJw2xxXe2FS1joWNeNRIzHvpqmIpooMTIy9pLZNZsc2LTDccg_llBmC18GRnR4IKFPljAo4txBbfOz-yLnVfWZz0i_TD1FpP_q/s640/Medina+de+Fez+en+Marruecos.jpg)
La calle mayor de los merínides es lugar de continuo trajín de musulmanes y judíos, de ricos y pobres. Andarla es regresar al pasado. Hay que caminar sin rumbo por la Medina, perderse en sus callejuelas, dejarse guiar por los sentidos: la lana mullida en colores fuertes, los vasos de té con hierbabuena, el olor de aromas y especias, el estallido de color de los tintoreros y curtidores, el soniquete de los forjadores, el "balak, balak" ("apártate, apártate") de los muleros, etcétera.
La fascinante autenticidad de una ciudad celosamente conservada y declarada, por mérito propio, Patrimonio de la Humanidad.
En la parte moderna, que creció tras la implantación del Protectorado en Marruecos en 1912, predomina la atmósfera occidental: zonas verdes, avenidas anchas, suburbios en expansión, arquitectura nueva y campus universitarios.
Fez es un contraste de estilos: minifaldas, chilabas, vaqueros, babuchas… Un espacio de mestizaje donde más de un millón de árabes, bereberes, judíos y negros conviven sin estorbarse.
Muy padre
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