LIUBLIANA es la capital de Eslovenia, un pequeño estado centroeuropeo con tan sólo unos pocos años de existencia y del que mucha gente no ha oído hablar de sus posibilidades turísticas.
El que no lleve al día lo sucedido en el conflicto en los Balcanes espera encontrar en ella indicios de la barbarie serbia o protestas por una dura transición hacia la economía de mercado, pero no.
Nada más llegar lo que invade al viajero es una tremenda sensación de paz. Sorprende el encontrarse con una ciudad alegre que tiene su corazón en la parte vieja (entre la colina donde se alza el imponente castillo medieval y el río Liublianica), maravilla la obra del arquitecto Joze Plecnik, impresionan las cuidadas fachadas renacentistas, barrocas y modernistas, asombra el diseño que muestran las tiendas, el encanto de sus habitantes… El viajero intenta captar lo que hace especial a Liubliana, su esencia.
-"Es la mezcla", le explican.
Emplazada de forma estratégica, entre los Alpes y el Mediterráneo, Liubliana conserva con mimo las huellas de los numerosos pueblos que la han habitado, los estilos arquitectónicos de las etapas vividas y se satisface de los estrechos vínculos que desde hace siglos mantiene con Austria e Italia.
Pero la amalgama de pueblos y culturas también influyó en el ánimo de los eslovenos, que presumen de tener el temperamento latino, la disciplina germánica y la nostalgia eslava. Si a esto se le suma una naturaleza generosa, se entiende esta tranquilidad, que convierte a Liubliana y a sus gentes en un pueblo creativo, tolerante y trabajador, con una sensibilidad especial por todo tipo de manifestaciones artísticas (el Día de la Cultura es fiesta nacional), en especial la música. Sin duda, todos estos factores fueron decisivos para alejar la guerra de Eslovenia.
La ciudad, una de las más pequeñas de Europa, no llega a los 300.000 habitantes. En cualquier otro país sería una aburrida "capital de provincias". En cambio, desde hace siglos, los liublianeses se han preocupado de darle un carácter cosmopolita a través de numerosos intercambios económicos, culturales y científicos con el resto de Europa.
Liubliana se movió siempre al ritmo de Occidente. En el Este era una especie de América en la que el peso del Estado no era aplastante. Tanto, que incluso los movimientos juveniles occidentales anticapitalistas(hippies, punkies...) surgieron al mismo tiempo en Liubliana. Por eso ahora reivindica su lugar como centro geográfico, cultural y vital de la nueva Europa después de 70 años de supuesto "ostracismo yugoslavo". Y lo hace a lo grande. Sólo en el Centro Cultural Cankarjev Dom se celebran más de un millar de eventos culturales al año.
Además, se organizan varios festivales internacionales de música, cientos de conciertos de pop y clásica en la ciudad vieja.
Y por si fuera poco, la ciudad dispone de montones de cafés, discotecas y locales para todos los gustos, en los que se escuchan las últimas tendencias musicales, se viste ropa de moda y se ponen en marcha actividades con poco dinero y mucha creatividad.
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