Antes o después debes visitar Roma, la ciudad eterna

Panorámica de Roma


A Roma la llaman la Ciudad Eterna. Nunca se debe apostar sobre la eternidad, pero bien se puede partir del hecho de que Roma apoye sus calles, monumentos, plazas y fuentes sobre 2.500 años de historia, para tratar de construirse un camino propio en este lugar de imponente pasado y prometedor (y moderno) futuro.
Con sus casi tres millones de ciudadanos, Roma ofrece a quién la mira, la habita o la visita un panorama casi turbador de atracciones, estímulos y curiosidades. En ella se puede encontrar de todo. Por esa razón conviene dejarse arrastrar por su belleza, sumergirse en su vida nocturna, perderse en un itinerario sin fin de galerías, museos e iglesias. Pero hay que estar preparado, tener bien claro lo que se quiere aprovechar de ella para evitar confundirse.

La Fontana di Trevi en Roma

En los últimos años se han ido multiplicando los sitios frecuentados por turistas, por estudiantes extranjeros; pero han aumentado también las actuaciones y las fiestas en los centri sociali (lugares ocupados y administrados independientemente por grupos de jóvenes), verdadera novedad de tendencias en la Italia de los años noventa. Y abundan las discotecas, cada vez más atentas a los impulsos y tendencias que vienen del extranjero, en especial de Gran Bretaña, cada vez más deseosas de experimentar todas las formas de transgresión.

El Coliseo de Roma


Testigos de la vida pasada y presente de esta urbe milenaria son las paredes color ocre, las antiguas piedras derruidas, las abundantes iglesias, el Vaticano, los miles de museos, las salas de baile, los locales donde se amanece con los tímpanos machacados, los restaurantes que se llaman como la mamá del dueño, las tascas típicas conviviendo junto a las grandes cadenas de hamburgueserías… Roma es una ciudad que está siempre en vilo, que se enreda en sí misma, en esas calles y ventanas cotillas asomadas sobre unas tradiciones tan enraizadas, que se resisten a morir y detienen el futuro; promesas que parecen no llegar nunca porque es demasiado grande el amor por lo que esta urbe fue.

Roma de noche

Sobre todo hay que mirarla, que gozarla, que recorrerla… Disfrutar de todo lo que puede dar, con avidez, sin echarse atrás ni detenerse. Visitar todos los museos, las galerías, i Fori Imperiali sería inútil sin hacer un rodeo por las callejuelas, las plazas, los mercados de los barrios, los cafés o los comercios. Sin quedarse por la tarde a pasar el tiempo en una de sus plazas mirando los detalles, las fachadas de los edificios, las estatuas, las fuentes y sus gentes. Hay que verla, recorrerla, acariciar sus rincones a pie o en motocicleta, forcejear en sus calles y salir airoso de las colas de su tráfico enloquecido. Así, los ojos podrán irse habituando a tanta belleza gratuita.


No hay comentarios:

Publicar un comentario