Gante, entre lo medieval y lo moderno

Sería bonito visitar Gante exclusivamente con los ojos, recrear la vista con su casco histórico y gastar la memoria de nuestra cámara fotos a base de canales, fachadasart-nouveau y el castillo en pleno centro. Sería bonito, pero Gante no deja ir de turista. Y es que algo que vibra tras la piedra obliga a que visitarla, a vivirla.

Gante en Bélgica


Gante despierta los sentidos con su vitalidad. Inquieta con una creatividad contagiosa. Y sorprende con una actividad cultural cosmopolita, inesperada de una ciudad de 300.000 habitantes en un país pequeño como Bélgica.
Situada en el baricentro del triángulo París-Londres-Amsterdam, Gante se ha impregnado de las vanguardias de forma activa. Y eso se respira cada noche. Hoy en el Vooruit toca Sebadoh, en el Backstage representan Tío Vanya, en el Skoop ponen Happiness, y hay una fiesta gayen el Democrazy.

En un día cualquiera sus calles medievales, ancladas en el siglo XVI, cuando formaban la segunda urbe más importante después de París, llaman la atención por su belleza, pero también por su frenética actividad de comercios, bares y ruido.

Gante en Bélgica


Los ganteses se han empeñado en resucitar sus esquinas más bellas, pero también su pasado menos hermoso. En vez de demoler los barrios grises que dejó la revolución industrial, artistas y comerciantes se han ido allí a vivir, devolviéndole color y movimiento. Reinventarse siempre, pero sin despreciar lo heredado. En Gante hasta las cosas más pequeñas siguen este epitafio de los vivos. Así, por ejemplo, las tiendas de segunda mano visten y amueblan la ciudad más cacharrera del mundo.

Amables, inquietos y amantes de la calle como no se ve en un paralelo tan al norte, los ganteses reciben quizá de su pasado obrero el amor por las relaciones sencillas y por la juerga. A esto contribuyen los 20.000 alumnos de su universidad, que lleva desde 1817 empañando la ciudad de juventud. Se les ve yendo y viniendo en las omnipresentes bicicletas, llenando de ruido y jolgorio el barrio sur de la ciudad, sus decenas de bares y discotecas, que dan el ritmo a las noches de Gante. Las más largas de Bélgica.

Castillo en Gante - Bélgica


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