Buenos Aires es la ciudad que baila, no duerme y mezcla la herencia de Italia con la de España.
Con 200 Km cuadrados de extensión, Buenos Aires es una mezcla de estilos e influencias. Tránsito alocado –cada día ingresan en el corazón de la gran urbe cerca de tres millones de personas, lo que casi duplica sus moradores–, gente bien, rockeros, paseadores de perros, ópera, teatro y carne, mucha carne en el asador. La reina del Plata aúna en una perfecta simbiosis lo español y lo italiano, sin olvidarse de la nueva emigración que llega de China, Corea, Taiwan, Europa del Este y Sudamérica.
Hoy, uno de cada 10 habitantes de la capital federal es extranjero. Pionera en América del Sur de los locales de 24 horas, no es posible imaginar esta ciudad sin los quioscos, a veces del tamaño de una ventana, donde el porteño puede aprovisionarse de todo a cualquier hora de la noche.
De madrugada abren boliches (garitos) para todos los gustos: tango en las milongas, salsa en las bailantas, jazz y rock and roll por doquier.
Hay más de 200 hoteles, 1.000 pizzerías, cerca de 3.000 cafés, 30 teatros y un centenar de cines.
Cada barrio tiene su zona fashion de reunión. El más exquisito se centra en Recoleta.
Palermo es el área verde por excelencia de Buenos Aires. Allí está Planetario, el Rosedal y el lago, rodeado por un circuito para correr, patinar, andar en bicicleta y ejercitarse al aire libre.
El barrio de San Telmo ofrece de todo: desde gramófonos y vestimentas antiguas hasta aires coloniales que la Buenos Aires más moderna se niega a perder.
La Plaza Dorrego pierde los domingos sus mesas y sillas, en las que entre semana se disfruta de lectura y de las picadas (aperitivo) acompañadas de Gancia, el martini blanco argentino, para dar paso a la colorida feria de antigüedades.
La calle Corrientes cruza al Obelisco, que desde sus 67,6 metros de altura es el centro de la city. Caminando en dirección al río están los teatros.
La otra gran tradición de esta calle es la pizza en locales como Los Inmortales o Guerrín. Es la consagración de la herencia italiana que los italianos trajeron hasta el hemisferio sur.
La extensión de la city porteña complica los recorridos, pero para eso están los colectivos(autobuses) y los taxis, que todavía son baratos.
Y para dormir hay una opción, barata, ¡gratis!, que consiste en acampar en los parques de la ciudad. Es el alojamiento elegido por los argentinos que se desplazan a la capital a presenciar conciertos en los estadios. La zona aledaña se transforma en camping provisional.
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