Desde aquí nos podríamos perder por el casco viejo, hipnotizados por las volutas de los pórticos y por los ladrillos de las casas. El desarrollo urbanístico del centro se realiza todo por interiores.
En los claustros y en los patios, bellísimos jardines y paredes con sugerentes trampantojos. Es una identidad escondida y misteriosa de Bolonia, un aspecto que hay que descubrir con el tiempo.
En la Plaza Mayor late el corazón de la ciudad. Dominada por la gran mole de la basílica de San Petronio, es el lugar donde se desarrollan los acontecimientos colectivos, el punto de encuentro y de cita de la gente. En otro tiempo Bolonia era también una ciudad de agua y navegaba sobre una miríada de canales. Este aspecto mágico de la ciudad, sin embargo, se ha borrado. Ahora los canales están cubiertos y sólo se ven algunos restos sugerentes.
Lúdica pero comprometida, a la bella Bolonia se la llama también la "roja", debido a su pasado de luchas partisanas y sindicales y su presente de ciudad de izquierdas. La identidad partisana y comunista se va disolviendo y debilitando y todavía se puede revivir en las historias de sus mayores. Ciudad productiva e ingeniosa, su modelo de desarrollo económico, el modelo emiliano de las cooperativas y de la pequeña y mediana empresa ha creado una de las zonas de mayor bienestar del país. La calidad de los servicios al ciudadano y su nivel de vida son, por lo tanto, muy altos. Pero siempre activa, decíamos, tanto bajo el aspecto productivo como cultural. Bolonia cuenta con 12 teatros, es la sede del DAMB, (Departamento de las Artes, Música y Espectáculos), y por tanto posee un ambiente único en Italia de encuentros e intercambios. ¿Bastarán estas premisas para hacer de ella un posible punto de encuentro de culturas y lenguajes del nuevo milienio?
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