Nueva York, descubrirás algo nuevo en cada una de tus visitas


Nueva York a vista de pájaro

¿Qué decir de Nueva York sin recurrir al tópico una vez más? ¿Ciudad de contrastes? Vale. ¿La ciudad que nunca duerme? Pues bueno. ¿El centro del universo? Tal vez. La ciudad más conocida y reconocible del mundo, y también una de las más difícilmente reducibles a una guía de viajes, mantiene a la vez infinidad de secretos y resulta un lugar inacabable, íntimo en su grandeza, bien envejecido pese a su juventud, adaptable a todos los gustos y expectativas imaginables.

El realismo más sucio a pie de calle y el lirismo más absoluto se dan la mano día a día en un lugar donde se camina rápido, se habla alto y cada minuto que pasa se siente uno más adicto. Una ciudad que ha cumplido 100 años como tal, como la unión de sus cinco distritos: Manhattan, Brooklyn, Queens, Bronx y Staten Island. 
Manhattan (1,5 millones de habitantes) es el centro municipal de la actividad financiera, cultural, diplomática y periodística, pero no supone sino una pequeña parte de Nueva York.

Atardecer en Manhattan

A menudo se pasa por alto el inmenso territorio que ocupa el resto de sus habitantes (otros seis millones en los otros distritos, tan coloridos como la isla principal), pero precisamente el centenario que ahora se celebra subraya la verdadera grandeza de la ciudad. Setecientos setenta y siete kilómetros cuadrados donde hay sitio para las referencias más puramente made in USA y para los más variopintos cruces de culturas.
Nueva York cierra el siglo en pleno boom económico, con la calle y el metro limpios de graffiti y crimen y con un inflado caché como escenario cinematográfico.

Desde Woody Allen hasta la vecina del piso de abajo, pasando por el estudiante eterno y el turista casual, todo el mundo tiene una teoría, una idea o una visión de Nueva York. Y para ponerlas en perspectiva quizá no haya nada mejor que subirse al ferry de Staten Island (desde Battery Park, en la estación de metro South Ferry), que es gratis, como todo lo bueno de la ciudad, y contemplar la silueta de los edificios desde la bahía en uno de esos días soleados que suelen caer como regalo del cielo en pleno invierno. Con un escondrijo para cada fugitivo y una sorpresa para cada experto, Nueva York es, en fin, una experiencia absoluta.

Nueva York, el sueño del turista

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